Cuando me tuve que ir de mi pais


Siete años, años duros, años de nostalgia, años viajando entre Curazao, Santo Domingo, Barranquilla y Costa Rica, escapando como si hubiese cometido el mayor de los delitos, años solitarios; pero también años de crecimiento, pude madurar intelectualmente, ideológicamente y como persona; además  el transcurso de ese tiempo fue trascendental para la gestación de mi pensamiento y liderazgo político. No pude evitar deajar la literatura y demás intereses que no estuviesen íntimamente ligados con la situación socio-política y económica de mi País y poder regresar para derrocar a Gómez.
Durante ese período coqueteé con varias tendencias, debido a que aun estaba definiendo una ideología propia; compartí con figuras como Carlos León y Gustavo Machado, con quienes aprendí sobre el Marxismo;  también con mis hermanos queridos Raúl Leoni, Valmore Rodríguez, Ricardo Montilla y Pedro Juliac, y otros grupos de estudiantes emprendedores   latinoamericanos, fundamos la Alianza Unionista de la Gran Colombia,  un esfuerzo unionista antiimperialista, inspirado en el aprismo, que propugnaba la reintegración de la  Gran Colombia. Con esos amigos entrañables y otros exiliados venezolanos con quienes nos reunimos en el camino, el 22 de mayo de 1931 redactamos y suscribimos el conocido “Plan de Barranquilla”; un documento sin procedentes en nuestra historia política , que incluyó un examen sociológico sobre el país y un programa mínimo de acción para Venezuela sin Gómez en el poder, buscando una Venezuela libre de la explotación de ninguna clase social, una Venezuela que brindaba igualdad de oportunidades para todos, si, esa era la patria que soñábamos, por la que tanto luchábamos.  Nosotros, un grupo de jóvenes soñadores, luego de aprender de la vida política fuera, luego de ver mundo fuera del suelo venezolano, nos organizamos en torno a la Agrupación Revolucionaria de Izquierda (ARDI), fue un gran paso, pues nos convertiríamos en un partido político serio a en nuestra vuelta a Venezuela.
Mi vida personal también tuvo un giro de 180° grados,  cambió el panorama cuando estando en Costa Rica conocí a Carmen Valverde, quien se convertiría en mi fiel, amada y comprensiva esposa. Carmen me dio el regalo más grande que pude haberle pedido a la vida, no solo me dio su amor, sino que el 11 de Abril de 1935, trajo al mundo a Virginia Betancourt Valverde, mi hija.